La mejor manera de leer “Conversación…” es haciéndolo en voz alta y en compañía de otra persona. Se trata de un texto marcado por la oralidad, de un diálogo entre dos personajes que fluye sin interrupción de principio a fin. La lectura en voz alta da vida al relato, dejando en evidencia sus diferentes inflexiones y particularidades lingüísticas. Asimismo, llevar a cabo este tipo de lectura también permite sobreponerse frente algunas de las dificultades que presenta el texto. Por una parte, está escrito en un lenguaje coloquial y arcaico. Por lo tanto, la ortografía irregular de ciertas palabras y el desuso en algunas de sus expresiones puede resultar ser un desafío para la comprensión. Además, la marcación que utiliza hace que el cambio entre el personaje que habla sea apenas identificable, cosa que puede llevar a una experiencia de lectura confusa. Es una publicación corta, pero, gracias a esas características, exige ser leído con atención y cuidado. Es fácil perder el hilo de la narración si no se está lo suficientemente alerta a los cambios sutiles en la voz del personaje que habla. Pese a que lo anterior puede generar resistencia en el momento de acercarse al relato, no impide que sea una pieza valiosa que merece ser conocida. Se trata de un diálogo que registra aspectos culturales en los que vale la pena reparar. En solo cuatro páginas, queda condensado un tipo de humor particular. Asuntos tales como las tradiciones y los valores sociales de la época también quedan plasmados en el diálogo. Conservar y actualizar este tipo de publicaciones puede ser sumamente provechoso para registrar evoluciones culturales, sociales, lingüísticas, y literarias en la región. La riqueza de “Conversación…” radica en la oportunidad de echar un pequeño vistazo a la sociedad de hace más de 180 años; la posibilidad de crear contrastes e identificar similitudes, empezando desde el habla cotidiana.

María Camila Euse Lombo